01/08/2020 Laprensa.com.ar - Nota

La letra chica del plan chino para producir cerdos en el país


La noticia corrió como un reguero de pólvora: la Argentina recibiría una inversión de capitales chinos por u$s 27.000 millones para desarrollar la cría de 100 millones de cerdos destinados a abastecer el consumo del Gigante asiático. Fue un shock, un disparador de emociones contrapuestas en un escenario de dramático desplome de la economía nacional. La versión engendró apoyo incondicional e ilusión en unos; desconfianza, recelo y advertencias en otros. Tanto ruido hizo a nivel mediático que con el correr de los días la Cancillería se vio obligada a corregir las cifras: no serían 100 millones de cabezas, sino 900 mil toneladas de carne en un plazo de cuatro años. El asunto, entonces, toma otro cariz. Fuentes cercanas a la empresa Biogenesis Bagó, clave en esta negociación, le confiaron a La Prensa que en la primera etapa llegarían 280.000 madres para producir en 4 años las 900.000 toneladas. Cada madre puede parir anualmente un promedio de 30 cerdos, con lo cual se necesitarían 8.400.000 animales para llegar al objetivo. Muy distinto a las 100 millones de cabezas de la noticia original. "Eso en granjas de alta tecnificación, tecnología de punta", aclararon. El cambio en la dimensión del proyecto no terminó por aplacar los ánimos entre los potenciales inversionistas, los productores locales y los ambientalistas. Aunque el negocio surge ahora algo más acotado, no deja de ser revolucionario para el nivel de producción porcina de nuestro país. Para entender adonde está parada la Argentina en el mapa de la producción porcina mundial urge ir al dato duro y las estadísticas. A nivel global se generan 110 millones de toneladas de carne de cerdo, y se comercializan 8 millones. De ese total, Argentina representa tan sólo el 0,5%. Los principales productores son la Unión Europea, con España a la cabeza, Estados Unidos, Canadá, Brasil y Chile. China tiene la mitad de los chanchos del mundo: 500 millones de cabezas. Dinamarca, un país nórdico que a grandes rasgos entra siete veces en la provincia de Buenos Aires, cría 28 millones de cerdos anuales, según datos del Ministerio de Agricultura y Alimentos danés. La Argentina, de acuerdo a cifras de la cartera de Agricultura y Ganadería, faenó en 2019 un total de casi 7 millones de cabezas. El 95% se destina al mercado interno. En el intercambio comercial, la balanza es negativa. Argentina exportó carne de cerdo por casi u$s 43.000 el año pasado, e importó por u$s 87.210. Buenos Aires es la provincia líder, con un rodeo de 1.200.000 porcinos, seguida por Córdoba, con 1.139.160, y Santa Fe, con 813.000 animales en todas sus categorías. La difusión del diálogo entre la Cancillería y el Ministerio de Comercio chino en pos de un acuerdo, sin embargo, está lejos de ser una noticia. El tema había surgido ya en el mes de enero. Tanto que el titular de la Asociación Argentina de Productores Porcinos, Lisandro Culasso, confirmó en aquel entonces el interés de Pekín y dijo: "Estamos preparando todo para recibir a los empresarios interesados en los próximos meses. Hoy no entramos en las estadísticas y esto nos pondría en el mapa". Algo similar había reflejado la entidad cuando, durante la gestión de Mauricio Macri, el Gobierno firmó un total de 60 acuerdos con China para abrir nuevos mercados, entre los cuales estaba el porcino. "Hay granjas en nuestro país que están produciendo a u$s 0,85 por kilo, mientras que en Estados Unidos el costo es de u$s 1,10 por kilo, en Europa, 1,.10 euros, y en China, u$s 1,70 por kilo", concluyó Culasso. PRUDENCIA La Argentina tiene, al menos en los papeles, ciertas ventajas comparativas que podrían hacerla verdaderamente competitiva en el mercado porcino. El potencial es enorme, pero los productores prefieren manejarse con prudencia ante la tremenda escala de la inversión china y el salto productivo que significaría la misma. Otra vez los números ayudan a comprender adónde estamos parados. Según la FAO, el consumo de carnes generará una demanda adicional de unas 58 millones de toneladas en el período 2014-2023, donde el 78% de dicho incremento se producirá en los países en desarrollo. Se estima que la producción de carne porcina experimentará un aumento del 15% a escala global hacia 2023. De manera similar, el Departamento de Agricultura estadounidense prevé que a 2024 el consumo de carne de pollo aumentará el 2,2% anual, la de carne vacuna al 1,3% y la de cerdo al 1,2% anual. Entonces, estaría el potencial y también la demanda. ¿Cuál sería el inconveniente para cerrar el negocio? Veremos. El mercado porcino argentino tiene un antes y un después, un mojón que se erigió durante el Gobierno de Cambiemos. Allí fue que se conformó el Consorcio Exportador, donde la actividad privada y la orientación del Estado sirvieron para empezar a ganar mercados. Para dar un ejemplo claro, la ganadería vacuna coloca sus productos en 130 plazas en todo el mundo, contra apenas 13 adonde se vende la carne de cerdo. "Tenemos muy buena calidad animal. Mas del 50% de magro, excelente estatus sanitario. Entramos en todos los mercados sin problemas de sanidad. Y contamos con los costos de producción más bajos del mundo -destaca a La Prensa el médico veterinario Jorge Brunori, especialista del INTA Marco Juárez-. Chile exporta 200.000 toneladas anuales e importa el 50% de los granos desde la Argentina". Los productores trazaron un sendero gradual de crecimiento, algo así como ir despacito y por las piedras. Brunori resalta que, en pos de alcanzar las 200.000 toneladas anuales, desde las 40.000 actuales, hay que llevar adelante "un crecimiento ordenado. Hay que ir ganando mercados, cumpliendo, consolidando posiciones. Ser sistemático en esto. El año pasado exportamos más del 50% a Rusia, y China participó sólo en un 7% como destino. Ahora más del 60% ya está yendo a China. Se estima que podríamos llegar a las 200.000 toneladas en diez años". Aquí es donde urge hacer la pregunta: ¿Qué implicaría para la Argentina recibir la inversión de u$s 27.000 millones y multiplicar el mercado porcino? De la respuesta se desprende que los productores temen naufragar en el intento. Como si su frágil embarcación pudiera dar una vuelta de campana ante el oleaje que genera un crucero. "China empieza a buscar producir cerdos en otros países a partir de la epidemia de peste africana que diezmó su rodeo. Ahí intermediarios lograron un preacuerdo para hacer cerdos en Argentina. Es una inversión que asusta por los números, multimillonaria. Una generación de puestos de trabajo que cualquier político no podía decirle que no", cuenta Brunori. Y aclara: "La reacción del sector no es en contra del proyecto. En la primera etapa, hasta 2027, se plantea traer 280.000 madres, instaladas en 20 granjas que generarán entre 700 y 900 mil toneladas de carne porcina. El sector reacciona porque no se discutió con nosotros este tema. En lo político, con esta economía con necesidad de inversión y trabajo, esta megaproyecto es clave". Aquí es donde está el nudo de la cuestión. Según Jorge Brunori, "la incertidumbre es cómo vamos a poder convivir la producción nacional con esta megaempresa. Van a ser la mitad de las madres que Argentina tiene actualmente. Lo que el sector quiere debatir es la letra chica del megaproyecto. Debería tener tratamiento parlamentario, que se establezca una ley. Que quede claro que todo lo que se produce va a China, que no se vuelque al mercado interno. Eso rompería todos los precios. ¿Qué va a pasar? ¿De dónde vendrá la mano de obra? ¿Qué nos va a dejar como país esta convivencia? No es que el sector se niega, pero hay mucha incertidumbre". Miguel Schiariti es el titular de la Cámara de la Industria de la carne, y aunque la cadena porcina sigue por andariveles diferentes, es un empresario lo suficientemente experimentado en el rubro como para obviar su punto de vista. "Argentina necesita inversiones, así que desde lo macro sería positivo. Todo depende de cómo vaya a ocurrir. En caso de venir, los chinos traerán capitales y la genética la comprarán en Europa, donde está la mejor genética porcina. Si la mano de obra es Argentina, bárbaro. Si traen trabajadores chinos, no me parece tan bien. Todo depende del precio que pague el Gobierno por estas inversiones. Los chinos comercialmente son un capitalismo más cruento que el capitalismo que todos conocemos". La oportunidad, sin embargo, está latente y radica en el fuerte crecimiento de la demanda: "Hace 25 años los argentinos consumían 85 kilos de carne vacuna por año por persona, 15 de pollo y 8 de cerdo. Hoy estamos en 50 kilos de carne, 46 kilos de pollo y 18 kilos de cerdo. Eso fue un importante cambio tecnológico en las dos producciones, hubo un cambio genético. Históricamente la carne vacuna marcaba el precio también del pollo y del cerdo. Ahora se han desacoplado". NEGOCIOS Chanchos más, chanchos menos, el proyecto necesariamente requiere una visión empresarial. "Es un proyecto grande. Se firmó un acuerdo para regular la inversión privada en la industria porcina -señala Iván Ordóñez, economista y consultor en agronegocios-. La idea es que si querés invertir en cerdos en Argentina, hay que hacer determinadas cosas. Están negociando. Tiene que haber además un socio local. Nos tendrían que dejar intervenir en la decisión de dónde estarían localizadas las granjas. Son las mismas cosas que pide China cuando vas a instalar una empresa allá. Piden socios locales y piden voz y voto por dónde va a estar la planta. Todo perfectamente normal". Parte de la letra chica del acuerdo pasa por el financiamiento: el 60% lo pondrán los empresarios chinos, y el 40% debe ser provisto por un jugador local. "¿Se conseguirán inversores para todas las granjas? -se pregunta Jorge Brunori, especialista del INTA Marco Juárez-. Porque hay que cerrar toda la rueda, no puede faltar un engranaje. Las últimas experiencias no obtuvieron financiamiento. Los números asustan y el 90% de los productores argentinos son pymes". Los productores temen no tener el calibre para ser parte de este mega negocio en un país en el cual lo que no sobra es financiamiento. Las pymes rurales generan arraigo y desarrollo local, pero no todas califican para un crédito. Se agita el fantasma de la concentración en un mercado local donde, según datos del Anuario Porcino 2019 de la cartera de Agricultura, Ganadería y Pesca, 2.996 productores crían hasta 500 cabezas, mientras que 268 son los que llevan las riendas de emprendimientos de más de 5.000 cabezas. Ordóñez remarca que "naturalmente se van a apalancar en un socio local. Lo importante a discutir es esta visión maniquea de la historia donde los chinos vienen a llevarse lo que es nuestro. Ese sentimiento es una estupidez. Hoy no hay cerdos, no hay nada, no vienen a llevarse nada. Vienen a poner plata y generar valor. Vienen inversores a producir en la Argentina algo que si ellos no vienen, no se produce. El tema no es tener ni siquiera financiamiento, sino acceso al mercado que va a demandar esa producción. Eso es lo que traen. En el mundo sobra plata, lo que sobran son negocios. Y los chinos traen negocios. Esa es la diferencia fundamental". Si el acuerdo condicionará la producción para que sea exclusivamente exportada a China, o si en una vuelta del destino termina por copar el mercado interno, desplazando por costos a los productores locales, es un albur. "Es probable. Puede pasar. ¿Por qué no pasaría?", se pregunta Iván Ordóñez. "El tema es si los que producen cerdos están dispuestos a adaptarse y competir con lo que serán las nuevas plantas. El tema es si tendrán espalda para ser más eficientes y competir con los cerdos producidos en plantas de mayor escala". Y sentencia: "Al final no vamos a tener actividad económica. No podemos producir carne ni exportar una bondiola, Vaca Muerta no se puede porque contamina, entonces ¿nos quedamos todos mirando el techo? Lo que es importante discutir es si la gente sabe de qué va el capitalismo. El capitalismo va de producir algo que otro quiera. Y lo que vienen a traer los chinos es lo más difícil, es el otro que quiere". El alerta de los ambientalistas Una de las voces de alarma que se alzaron ante la posibilidad de la construcción de mega granjas de porcinos en la Argentina fue la de los ambientalistas. Temen que el impacto negativo pueda superar en mucho al beneficio que traería una inversión cercana a los u$s 27.000 millones. El licenciado Alejandro Inti Bonomo, director de la carrera de Gestión Ambiental de la Universidad Argentina de la Empresa (UADE), hace foco sobre el problema. -¿Qué cambia a partir de que el Gobierno modificó las cifras del acuerdo que se negocia con China? -La situación cambia, deja de ser un proyecto imposible y pasa a ser un proyecto muy complejo y que hay llevar con mucho cuidado. -¿Qué recaudos habría que tomar para evitar un fuerte impacto ambiental? -Ahí es interesante plantear de repente que con buenas prácticas y buena intención, como dice el comunicado de Cancillería, no se va a llevar adelante un proyecto ambientalmente positivo. Se necesita planificación productiva, planificar dónde estarán los criaderos y los cultivos. Hay que tener capacidad para instalar esos establecimientos y generar polos productivos nacionales, recién después hay que hablar de cuántos chanchos son. Acá, en cambio, primero tiramos los chanchos al país y luego vemos dónde los acomodamos. Así nunca saldrá bien. Es clave ver dónde y cómo se instalarán los polos productivos. El proyecto arrancó mal desde la concepción, ambientalmente hablando. -¿Las granjas deberían estar ubicadas cerca de donde se cultivan los granos para la alimentación? -Tiene que estar planificado de donde lo van a sacar. Cuanto menos viajen los alimentos hasta el cerdo, y los cerdos al puerto, mejor. Eso competiría con las zonas más productivas del país. Ahí hay un conflicto. -¿Los ambientalistas analizan este proyecto teniendo en cuenta la situación de un país quebrado y con casi 50% de pobreza? -Hay que analizar también si estas divisas que entrarían al país redundarían en la calidad de vida del país y su gente. ¿No teneos otras ideas para traer dólares al país y que agrandemos la capacidad productiva? -¿Cuál sería el lado B de este proyecto? -Por un lado el riesgo más simple son los efluentes que al contener mucho nitrógeno y antibiótico puede afectar napas, cauces de ríos y flora. El otro es el riesgo de una epidemia o pandemia, eventualmente. Primero dentro de la propia producción porcina. En China sacrificaron 100 millones de chanchos, por eso quieren invertir ahora acá. El segundo peligro es que afecte a los humanos. Si eso no se hace con extrema planificación, y los primeros datos no lo parecen, no tengo un buen augurio. Aun cuando se haga con los mejores controles, el riesgo de epidemia nunca será cero. -Chile hace minería, Paraguay avanza con la soja, Uruguay construye pasteras. ¿Qué ocurre con la Argentina, cómo manejamos el riesgo ambiental desde lo productivo? -Tenemos profesionales altamente capacitados que dejan todo para poder hacer bien su trabajo, pero hace falta personal para el control. Tenemos un buen marco legal, pero nos faltan controles ambientales y una justicia especializada en temas ambientales que pueda dar una respuesta efectiva y rápida a estos temas.

#14817906   Modificada: 01/08/2020 20:02 Cotización de la nota: $9.120
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